El Tribunal de Cuentas, en su último informe sobre la
gestión de las Comunidades Autónomas pone de manifiesto el enorme descontrol en
la contratación pública, donde se cometen ilegalidades e irregularidades que
han dado lugar a diferentes casos de corrupción que aún investigan los
tribunales de justicia.
ANDREA MARTINEZ-Lage 19.11.12 La auditoria ha analizado 2.500 contratos de
todo tipo adjudicados por casi 10.000 millones de euros entre 2006 y 2007. Esta
radiografía del Tribunal de Cuentas sobre las anomalías que se producen en la
contratación de comunidades concluye que hay errores especialmente graves en la
utilización del dinero público por parte de los Gobiernos autonómicos.
Este informe llegó hace seis meses al Congreso de los
Diputados y hoy todavía no se ha analizado ni debatido. El texto desgrana la
gestión del gasto de cada una de las autonomías en 2006 y 2007. Fuentes
parlamentarias se escudan en que “No hay fecha para analizar ese informe porque
llevamos retraso”.
Dentro de los 239 folios que tiene el estudio, se recogen
todas las irregularidades detectadas.
Irregularidades tales como “la falta de justificación por
los servicios promotores de la necesidad de los contratos para el
funcionamiento de los correspondientes servicios públicos o justificaciones
carentes de un nivel de concreción razonable o insuficiente justificación de
los costes de las contrataciones al haberse aportado los correspondientes
datos, cálculos y cuantificaciones”.
Otras hablan del “troceo” para evitar
concursos públicos, fraccionando indebidamente la cuantía de los contratos para
poder tramitarlos mediante negociaciones sin publicidad o contratos menores;
eludiéndose así los procedimientos y las formas de contratación establecidos
que garantizan el cumplimiento de los servicios de transparencia, publicidad y
concurrencia.
También ha detectado el Tribunal falsa urgencia en la
tramitación de expedientes, muchas veces sin justificarse convenientemente, que
hace que se reduzcan a la mitad los plazos establecidos e incluso que se
restrinja la concurrencia.
El
informe habla también del abuso de concurso en lugar de la subasta “Utilización des proporcionadamente mayoritaria del concurso en detrimento de la subasta,
forma ordinaria de adjudicación de obras, que se aplicó muy escasamente a pesar
de que, por el carácter absolutamente reglado del procedimiento, implicaba un
menor riesgo de quebrantar de los principios de transparencia y objetividad y
de que, generalmente, permitía obtener las mayores bajas sin perjuicio del
aseguramiento de los medios, la capacidad y la solvencia de las empresas
licitadoras”.
Detecta
también el estudio la vía injustificada en la elección del procedimiento y la
adjudicación de los contratos (sobre todo en los supuestos que permitían la
contratación conjunta de proyectos y obras).
El
informe ha encontrado una falta de criterios en la adjudicación de los pliegos
de cláusulas administrativas particulares de los concursos, al no haberse
expresado con precisión y al no fijarse la metodología para su aplicación y
para la asignación de las puntuaciones de los baremos. Dice “al establecerse
como criterios aspectos que solo deben utilizarse para la admisión a las
licitaciones, referentes a la valoración de los medios materiales y personales
o a la experiencia de las empresas. En algunos casos, se establecieron mayores
puntuaciones para los licitadores que acreditaban experiencia o medios
vinculados con la respectiva comunidad autónoma, lo que resulta contrario a los
principios de igualdad y no discriminación, y no siempre se establecieron con
precisión límites a las variantes o alternativas que podían establecer los
licitadores, lo que implica una especial dificultad para una valoración
homogénea y objetiva de las ofertas”.
Encuentra
el informe la falta de datos técnicos en las adjudicaciones de los concursos en
informes técnicos de valoración de las ofertas sin motivar o incorrectamente
motivados”. El estudio del Tribunal de Cuentas encuentra bajas extrañas de los
precios de las ofertas en los pliegos e informes de valoración de los
concursos, faltando constancia de las circunstancias que justificaran la
actuación que va en contra del principio de economía en la gestión de los
fondos públicos.
Retrata
también la falta de publicidad no habiendo justificación para los supuestos
legales que permite que haya procedimientos negociados sin publicidad. Esto
implica la mayor discrecionalidad en la selección de adjudicatarios; sobre todo
cuando se invocó la una urgencia imperiosa o un fin único de un solo empresario
capacitado para la realización de las correspondientes prestaciones.
El
Tribunal de Cuentas ha encontrado modificaciones de contratos en ejecución,
sobre todo de obras y sin que conste la exigencia de responsabilidades o
resarcimientos de los daños causados a las administraciones. Hay incluso
contratos complementarios que se modificaron por contener actuaciones cuya
ejecución era necesaria e inseparable de lo que se proyectó en un principio.
Las
Comunidades Autónomas se plantean el euro por receta, el copago en materia
sanitaria y otras fórmulas de recorte en sanidad, mientras que en 2006 y 2007
había una constancia deficiente en las facturas de suministros de bienes
fungibles o de material sanitario a hospitales o servicios públicos de salud.
Este
informe recoge datos de 2006 y 2007, pero a día de hoy hay causas abiertas en
los tribunales de justicia que investigan sobre estos temas. La falta de rigor
en la publicidad de los concursos, la asignación de contratos “a dedo” y
errores en temas de sanidad se daban en hace seis años, cuando la situación del
país no era la de ahora, pero aún hoy se siguen sucediendo.
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